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Es lo que tus padres te decían que hicieras cuando volvías de jugar afuera, y lo que tu doctor te recuerda que hagas todos los años durante la temporada de resfríos y gripe: Lávate las manos.
Y con razón. El lavado de manos frecuente es una de las mejores formas de mantenerte saludable.
Pero, si bien enjabonarte las manos regularmente es bueno para la salud, puede dañarte la piel. Tener la piel de ls manos secas es como tener piel enrojecida y descamada en cualquier otro lugar, pero más incómodo. Eso es porque, una vez que ya tienes las manos descamadas y doloridas, no es fácil darles la chance de recuperarse cuando hay tanto que hacer durante el día: sostener cosas, acariciar animales y (otra vez) lavarse las manos.
Pero las manos limpias no tienen por qué ser manos secas. Lo único que hace falta para tener las manos hidratadas e impecables es un poco más de cuidado y atención.
No hay forma de estar totalmente libre de gérmenes. De hecho, muchos tipos de bacterias viven en tu pielque no presentan ningún riesgo para tu salud. Pero lavarte las manos regularmente ayuda a limitar la propagación de virus y bacterias dañinos y mantiene a raya a las enfermedades.
Funciona así: mientras realizas tus actividades cotidianas, tocas muchas cosas, desde las llaves hasta tu pelo, pasando por muchas otras cosas que ni recuerdas. En el camino, tus manos entran en contacto con una gran variedad de gérmenes, virus y microbios.
Si te tocas los ojos, la nariz o la boca, esos gérmenes pueden entrar a tu organismo y hacer que te enfermes, según la Clínica Mayo. También puedes transferir esos gérmenes a otras superficies, donde otra persona podría recogerlos y, así, propagar la enfermedad.
Entonces, lavarte las manos no solo elimina la suciedad y grasa visibles, sino que también elimina gérmenes microscópicos y mata algunos tipos de patógenos que causan enfermedades, ya que rompe sus membranas y los desactiva.
Pero el jabón no sabe diferenciar los microbios de otras cosas, y termina lavando todo, incluyendo los aceites naturales de tu piel. La capa exterior de la piel, llamada "capa córnea", está compuesta por estos lípidos (grasas) y otras células, y funciona como barrera protectora.
Para cumplir su función como barrera, esta capa debe tener entre 10% y 30% de agua, según Harvard Medical School. Si las células de la piel no tienen la cantidad correcta de agua y se deshidratan, la piel comienza a sentirse descamada, agrietada y a sangrar. Esto le da a los gérmenes la chance de atravesar esas aberturas, por lo cual eres más vulnerable a infecciones, según la Clínica Mayo.
Cuando la piel empieza a pedir humedad, súmale hidratación con un humectante. Busca cremas para manos con ingredientes como glicerina, un humectante que lleva hidratación del ambiente a la piel, y ácido esteárico, un oclusivo que actúa como sello para bloquear la hidratación.
Al igual que tratar de preparar esa receta de hace años de memoria, lavarte las manos de la manera correcta parece simple, hasta que entras en detalles. Casi todos nosotros necesitamos un recordatorio.
¿Cómo equilibrar el lavado de manos con la hidratación? Esta es la rutina recomendada por Centers for Disease Control and Prevention :
Ten una crema humectante en el lavabo, para no olvidarte de aplicarlo cada vez que te laves las manos. También puedes tener otro en tu escritorio: aplícalo durante el día, cuando sientas las manos secas, y antes de acostarte.
Para lograr un toque más de hidratación, huméctate las manos y ponte un par de guantes de algodón durante, al menos, 15-20 minutos o, incluso, toda la noche. Esta máscara de manos casera ayudará a que tus manos absorban mejor la loción.
Sigue esta rutina de lavado de manos y humectación antes de tocarte la cara, cocinar o comer. También es buena idea prestarle un poco más de atención a tus manos después de atender a alguien que esté enfermo, sonarte la nariz o estornudar, sacar la basura, acariciar un animal o tocar objetos en zonas públicas.
Es una lista larga, pero por suerte tienes una rutina rápida y efectiva a mano.