Qué son los puntos negros y cómo tratarlos

Pocos problemas cutáneos están rodeados de tantos mitos como los pobres puntos negros. Y para descartar culpables de entrada: no, no tienen nada que ver con la suciedad o una higiene inadecuada. Sí, son una forma de acné. No, un tratamiento para puntos negros no tiene por qué ser una pesadilla.

¿El estado de tus puntos negros puede arruinar o mejorar tu día? Te contaremos todo lo que necesitas saber sobre ellos: qué son, que los causa y cómo se tratan.

Un punto negro se desarrolla cuando un poro es obstruido por células muertas y un exceso de sebo, lo cual forma lo que se conoce como comedón. Si queda cubierto por una capa de piel, el comedón crea un bultito blanquecino conocido como "punto blanco".

Sin embargo, si el comedón queda abierto, la grasa del poro se oxida en contacto con el aire y se oscurece, en un proceso parecido al de una manzana trozada que ha quedado expuesta durante demasiado tiempo. Esto genera el color oscuro que se asocia con un punto negro. La "suciedad retenida" no tiene nada que ver con él.

Son varias las razones por las cuales un punto negro puede alojarse en tu rostro, como fluctuaciones hormonales, estrés, tipo de piel grasa, genética, cosméticos que obstruyen los poros, daño solar y contaminación. Estos factores pueden alterar el equilibrio saludable de la piel, favorecer la producción excesiva de grasa y desacelerar el proceso de exfoliación natural. Es prácticamente imposible no haber tenido ni un solo punto negro en la vida. Así que... ¿es algo de que preocuparse? No si tienes un tratamiento específico para puntos negros bajo la manga.

Si detectas un comedón, es esencial no perder tiempo. Los poros obstruidos pueden transformarse rápidamente en un caldo de cultivo para las bacterias, lo cual propicia que el punto negro se convierta en una espinilla inflamada quizá más difícil de tratar. Las sustancias que tapan el poro también pueden ensanchar las paredes que lo rodean. Si los poros se dilatan, pueden darle a la piel una textura irregular, y hay más probabilidades de que se vuelvan a obstruir.

Por suerte, hay varios tratamientos sencillos y eficaces para que tu piel no sufra puntos negros. Para comenzar, agrega un exfoliante físico o químico a tu rutina de cuidado de la piel habitual. Si optas por un exfoliante físico, recuerda que el objetivo no es "frotar para eliminar la suciedad", sino reducir la acumulación de piel muerta.

Los exfoliantes químicos como los alfahidroxiácidos (AHA) y los betahidroxiácidos (BHA) desprenden la piel muerta acumulada y desobstruyen los poros sin necesidad de frotar manualmente. El ácido salicílico es ideal como primera línea de defensa, ya que este BHA oleosoluble puede penetrar en la profundidad de los poros para eliminar los residuos. Para reforzar el tratamiento, suma un producto con varios ácidos: el suero de Neutrogena Stubborn Blackheads™ Serum es un complejo de ácidos para uso dermatológico que combina el ácido salicílico con AHA como ácido glicólico y ácido mandélico para ayudar a eliminar la grasa y las bacterias que tapan los poros. Después de la exfoliación, aplícate una máscara de arcilla, que absorberá el exceso de grasa y te ayudará a desobstruir los poros.

También ten en cuenta aquellos hábitos que pueden empeorar los brotes. Apretar el punto negro, por ejemplo, puede provocar una infección y dejar cicatrices. Asimismo, si bien las tiras exfoliantes ofrecen gratificación instantánea, los tirones pueden irritar la piel. Además, estas tiras solo remueven el extremo del punto negro. Como en realidad no llegan al interior de los poros para desobstruirlos adecuadamente, es posible que estos vuelvan a obstruirse y se formen nuevos puntos negros.

Para poder tratar los puntos negros como corresponde, primero tienes que saber bien cómo son. Si cuentas con los productos ideales para tu rutina de cuidado de la piel, estarás más que preparada para interrumpir su ciclo.